El abuso de Hacendado

via: El Periódico Extremadura
autora: Carmen Martínez-Fortún

He ido a mi supermercado. El que me facilita a precio asequible y en tiempo récord las compras cotidianas. Soy persona ocupada mas no me quejo, pues el trabajo en estos tiempos menguados es un lujo.

Realizo las labores propias de mi condición y velo por mi hija adolescente. Como tantas madres atareadas paso mucho de corretear de tienda en tienda. Pero mi supermercado habitual no me ofrece hoy el paisaje habitual. Y yo, mujer de costumbres, siento perturbada mi paz. Culpo a los arcanos de la ciencia mercantil. ¿No han comprobado ustedes que si un medicamento es barato y eficaz, al poco lo retira el laboratorio?

Pero no. Es la crisis. Las relimpias y ordenadas estanterías del supermercado donde me tratan de lujo, no me aplastan los yogures en la caja de malos modos y el personal tan cordial ofrece ayuda sonriente, rebosan de los acostumbrados productos Hacendado, que no es una novela de Godofredo Daireaux o el título de un culebrón venezolano sino su marca blanca de bizcochos, yogures, mejillones, patatas y demás. Artículos con buen precio y calidad desigual. Cojo los que quiero y busco en vano la pizza integral de pavo, las galletas napolitanas, los cereales con chocolate, las salchichas de pollo, el refresco de cola. De marcas de las que me fío aunque son algo --no mucho-- más caras. Las han retirado. Se vendían poco, dicen.

No me gusta que nadie me obligue a nada; tampoco mi supermercado. Que a veces consuma su marca blanca no supone que acepte tener sólo esa opción. Las empresas afectadas denuncian que no las han avisado con el tiempo legalmente estipulado y yo lamento que los poderosos no busquen estrategias más solidarias contra la crisis y se apunten al sálvese el que pueda .

Porque si el distribuidor abusa de su condición de gigante y machaca con cierta prepotencia al proveedor, no sólo pierde el cliente --que en estos tiempos de necesidad se aguanta--, sino que pueden verse amenazados los empleos y la calidad de los productos. Así que entre la comodidad y los principios me debato: ¿cambio o no cambio de supermercado?